La crisis de disponibilidad de agua en la Ciudad de México y su área conurbada es una cuestión “crítica”, debido entre otros factores a la sobreexplotación de las reservas subterráneas del líquido, pero a pesar de ello, hay alternativas viables para resolver este problema, siempre y cuando se apliquen medidas drásticas de ahorro, algunas de ellas incluso obligatorias.

Así lo advirtió Eugenio Gómez Reyes, investigador del Departamento de Procesos e Hidráulica de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa, quien urgió a poner en marcha programas más eficientes de administración del agua cuanto antes, pues cuando estallen problemas de mayor escasez, “vamos a querer hacerlo todo y no nos va a alcanzar el tiempo”.

En entrevista con La Jornada, el académico subrayó la gravedad del tema, pues en la actualidad “el abastecimiento de agua apenas es suficiente para satisfacer la demanda y cualquier otro incremento sería difícil de cumplir. El crecimiento poblacional de la Ciudad de México es de aproximadamente cero, pero en municipios conurbados como Neza y Tecámac es de 4 por ciento anual, y eso crea una demanda muy fuerte”.

De acuerdo con Gómez, la fuente más importante del líquido para la capital del país y su periferia son los acuíferos subterráneos, los cuales hoy están sobreexplotados “a razón de dos o tres veces más de su capacidad. Los niveles anuales van bajando y bajando y nos preocupa que se pueda llegar al agotamiento”, como ha ocurrido en Monterrey y otras ciudades.

Luego de recordar que hay estudios según los cuales podría quedar agua sólo para los próximos 40 años en la Ciudad de México –los cuales aún tienen que ser verificados para confirmarse–, el investigador puntualizó que una de las claves para frenar este proceso es dejar de extraer líquido del subsuelo, para permitir que estos mantos acuíferos se regeneren poco a poco.

“Además de reparar fugas y capturar el agua de lluvia, sería necesario implantar medidas de ahorro obligatorias. Se estima que consumimos unos 200 litros por habitante al día, y si pudiéramos ahorrar 10 por ciento con regaderas más eficientes y otro tipo de instrumentos, sería muy bueno”, indicó.

“No se ha hecho mucho más que pedirle a la gente que ahorre agua, pero en vez de medidores, tal vez se podrían instalar llaves dosificadoras y otras medidas extremas para racionar el agua, con la finalidad de ahorrar al menos ese 10 por ciento”, recalcó.

Gómez consideró que desarrollar un plan en este sentido podría tardarse unos tres años, y aunque es viable lograrlo, es fundamental comenzar desde ya. “Sí se ha avanzado, pero por partes, no de forma organizada. Hay que unir esfuerzos, dedicarle recursos y planearlo, no querer lograrlo de un día para el otro”.