Por Víctor Barrera
El resultado preliminar que el INEGI presento del Producto Interno Bruto (PIB) de México de 1.03 por ciento en el tercer trimestre de este 2022 y que coloca un crecimiento de anual de 4.3por ciento, debe alegrarnos, porque a pesar de todo, la economía mexicana mantiene un ritmo de recuperación que podría culminar este año con un resultado anual de 2.5 por ciento.
Esto es un paso adelante para recupéranos de la caída económica que sufrimos en el 2020 y la falta de estrategias encaminadas a fortalecer a los sectores productivos del país.
Además, podría colocarnos muy cerca de estar en los mismos parámetros que teníamos en el 2018 y con ello empezar a tener verdaderamente un crecimiento a favor de que todos los mexicanos tengamos una mejor calidad de vida.
Esto siempre y cuando, la próxima administración federal, establezca esas políticas públicas a favor de todos y no solamente siga manteniendo la idea anacrónica de un Estado rico y una población pobre.
Por ello debemos destacar que este crecimiento que presenta nuestra economía es más por la resiliencia de los sectores productivos nacionales que por una estrategia de la presente administración.
Afortunadamente la economía mexicana se mueve, a pesar de las trabas que todos los días impone la 4T a la confianza y a la inversión.
Porque hasta ahora ninguno de los proyectos de gasto de esta administración, ni de creación de infraestructura, ni de gasto social, retribuye en un impulso a la inversión privada que es la que realmente mueve a una economía como la mexicana.
Estos mega proyectos, que han costado carretadas de recursos, en una época económicamente difícil, y que han desviados recursos han dejado de lado la oportunidad de activar proyectos que podrían ser más de beneficio para la gente y no solo para la imagen de una sola persona.
Esta residencia ha mantenido las exportaciones en crecimiento, pese a la falta de algunos insumos, pero también ha evitado el incremento en el índice del desempleo.
Desafortunadamente no se ha podido aumentar la creación de empleo, pero de mantenerse esta productividad, podrían sortear, tanto México como estados unidos, una recesión en la economía número uno del mundo.
Esto no quiere decir que no habrá problemas en Estados Unidos, que repercutan en México, sino que será menor el impacto en ambas economías.
Recordemos que las medidas neoliberales, aquellas que aborrece esta administración federal, como son el subsidio a las gasolinas o la apertura para las importaciones de alimentos, han servido para mantener el índice de inflación a la baja y a nuestra economía en movimiento.
Esta economía que ha resistido la pandemia, la guerra entre Ucrania y Rusia y una administración encaminada a no endeudarse por miedo a perder votos, aun cuando de por medio vaya la baja en localidad de servicios de los mexicanos, es decir un sistema de salud deficiente, una educación encaminada más a “ideologizar” que ha enseñar y capacitar para la competencia laboral, una inseguridad que lamentablemente pernea en todo el país y que permite que las organizaciones criminales tengan más de un tercio del territorio nacional bajo sus órdenes y mandos.
Ahora es cuestión de que los mexicanos en los próximos años decidamos si queremos seguir viviendo esta zozobra o cambiamos de régimen político para tener una administración federal que nos conduzca alcanzar el verdadero potencial de crecimiento económico del país.