Por Víctor Barrera
La celeridad en la cual se llevan a cabo los diálogos para alcanzar una reforma electoral “incluyente”, solo es el reflejo de la desesperación de López y Obrador de no poder alcanzar la continuidad en el 2024.
Lo que no entiende el tabasqueño y su gente, es que no se puede gobernar con autoritarismo y creando una división social para crear un caos porque luego es difícil tratar de erradicarlo.
A lo largo de estos cuatro años de gobierno, quien sustenta el Poder Ejecutivo se ha dedicado a dividir a la población al grado que solo existen dos polos, lo que piensan como él, a quien llama “el pueblo sabio” y lo que no piensan igual que llama conservadores, fifí, “aspiracionistas”.
Estos últimos, que van creciendo en número, han sido el factor que, según el tabasqueño, han impedido que su proyecto denominado 4T, no se haya establecido por completo, aunque nadie puede señalar si este proyecto ha iniciado o en qué estado de su desarrollo se encuentra debido a que nadie sabe con exactitud que es la 4T.
Sin embargo, esta 4T solo ha mostrado que su intención es tener retrocesos en todos los ámbitos del país, desde la forma de hacer política, basado en populismo anacrónico que para funcionar necesita tener una mayor cantidad de pobres para establecer al gobierno como su principal benefactor. Una economía cerrada que este dominada por empresas estatales e impidan una mayor competencia y en el tema político prefieren una dictadura disfrazada de democracia.
Esto último a través de una reforma electoral que implique que la organización y calificación de los comicios sean a través de un órgano que depende al gobierno y que sus integrantes tengan la misma ideología de quien sustenta el poder Ejecutivo.
Hasta el momento el eje de la propuesta que se presenta como reforma es el costo del INE, con ello se trata de esconder lo que de fondo se pretende que es debilitar al órgano electoral, anularlo como el verdadero garante de que se lleven a cabo elecciones limpias. En pocas palabras se quiere un árbitro a modo en los comicios el 2023 y 2024.
Lo más lamentable es que una parte de los partidos de oposición han comprado la idea y se han sumado para llevar a cabo esta reforma, la cual podría esperar dos años más e iniciar después de los comicios federales del 2024.
Porque, si quiere ser incluyente esta reforma se debe escuchar a todas las voces que tengan una opinión al respecto, el tiempo que se tiene para su aprobación, no permite esto.
Pese a ello, todo indica que se apresuraran las cosas, se aprobara una reforma electoral, como la quiere López Obrador, y México retrocederá más de 25 años y volveremos a estar en época del partido hegemónico donde se decidía el destino desde un solo hombre, donde la ciudadanía solo era parte de la mentira de la democracia y se establecía una dictadura por años.
Considero pues que no existe, por el momento el escenario propicio para incorporar cambios al sistema electoral que resulten saludables. Ojala y nuestros representantes y los partidos políticos lo entiendan y sean conscientes que realizar una reforma tan acelerada nos llevara al retroceso.
Para hacer cambios se necesita tiempo suficiente para escuchar todas las voces, establecer discusiones en el marco de la ley mantener mecanismos de defensa de la democracia.
Por el momento, todos los de oposición están obligados a defender el órgano electoral que ha costado años para a ir fortaleciendo y evitar que solo un partido político o movimiento se perpetué en el poder.