Por Víctor Barrera
La situación en la cual se encuentran las negociaciones sobre la controversia comercial con Estados Unidos y Canadá, derivado del cambio en la política del sector eléctrico en México, están en un receso, pero no porque Estados Unidos no quiera ir a un panel arbitral, sino porque en 15 días se celebrarán comicios intermedios en aquel país.
Esto permitirá a los nuevos funcionarios de la secretaria de Economía, un tiempo para analizar el caso y poder aconsejar a López Obrador que es mejor cambiar un poco esa política eléctrica y evitar el panel arbitral, que podría terminar en un resultado con un impacto importante en las finanzas nacionales.
Quizás Andrés Manuel está pensando que le resta menos de dos años para salir del puesto que tanto anhelo y que al llegar no tuvo la mínima idea de cómo administrar a un país tan rico como lo es México.
López Obrador aun no entiende el mecanismo que se estructuro para evitar que algún país firmante del T-MEC, se impusiera sobre los otros dos.
Por ello se debe puntualizar este mecanismo que señala de manera clara que una vez concluidos los 75 días que corresponden a la primera fase de la controversia, es decir, a las consultas, las partes agraviadas pueden extender el tiempo de negociación a su conveniencia o bien, solicitar el inicio de la segunda fase que correspondería a los paneles arbítrales, esto es, ahora solo deberemos esperar que tanto Estados Unidos como Canadá den este segundo paso.
En el caso de Estados Unidos el tiempo será posiblemente luego de las elecciones intermedias, donde, se renovará la cámara de representantes, parte del senado y varias gubernaturas, situación que modificará radicalmente la posición del gobierno del demócrata Joe Biden y, por lo tanto, la forma en que el gobierno procederá en todos los temas.
Pero sin importar el resultado electoral, tanto demócratas como republicanos, entienden que los intereses estadounidenses están en juego y aunque hay quienes dicen que podríamos salir bien librados, la realidad es que no será así.
Porque el problema no radica en la soberanía nacional de México, sino en la forma en la cual se pretende establecer a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), sobre los intereses de los inversionistas, que arriesgan sus capitales con el objetivo de obtener ganancias importantes. Y la política aplicada por el gobierno de López Obrador impide la competencia dentro del mercado provocando que no exista un “piso parejo” entre las compañías estadounidenses y las empresas productivas del estado mexicano, la única forma que existe para que logremos tener un buen desenlace sería, que el gobierno decida cumplir con lo establecido en el acuerdo, quitándole a CFE la ventaja sobre los demás participantes del mercado algo, que no se ve posible en el corto plazo.
Entonces la única salida para dirimir este conflicto serán los paneles arbítrales, donde posiblemente México perdería y tendría que pagar cerca de 30 mil millones de dólares, cifra estimada por Estados Unidos y por supuesto sufriría un impacto en el monto de aranceles a las exportaciones de México hacia el país vecino.
Esto provocaría desajustes en las finanzas nacionales, que implicarían un reajuste en el presupuesto nacional, para encontrar los recursos que permitan hacer frente a la sanción económica aplicada.
Por supuesto que los recortes presupuestales impactaran en los sectores productivos del país, dejando con ello, la imposibilidad de culminar este sexenio con crecimientos económicos mayores al punto porcentual.
El resultado final es que Andrés Manuel López Obrador pasará a la historia como el peor presidente en la historia moderna del país, donde un puñado de personas, que contaban con la experiencia suficiente para llevar a buen puerto al país, fueron subyugadas por el ego e ignorancia de un solo hombre, que nunca entendió que ya no era oposición sino era el gobierno.