Por Víctor Barrera
México al igual que el resto del mundo enfrenta un futuro con riesgos e incertidumbres, con inflación, recesión económica, inseguridad y por supuesto una creciente desigualad donde una mayoría estará en los lineamientos de la pobreza y muy pocos tendrán una economía boyante.
A esto debe sumar el cambio climático que empieza a reflejarse en la producción agrícola, lo que produce desbasto de alimentos y carestía en sus precios. Esto puede abrir la puerta a enfermedades que se encontraban radicadas, pero por la mala alimentación nuevamente se harán presentes, además la baja de productividad traerá mayor importación de alimentos lo que provoca un “desbalance” económico.
Pero todo esto puede no ocurrir si en verdad, los legisladores, en el momento de la revisión, análisis y aprobación del Paquete Económico 2023, enfilan los recursos para fortalecer los sectores productivos y el gobierno federal aplica políticas públicas para crear riqueza que permita obtener recursos que sustenten los programas sociales.
Que nuevamente se permita la participación de los capitales privados para crear empresas en todos los sectores que otorguen empleos y mejores salarios para mejorar la calidad de vida de todos, pero esta apertura deberá darse con reglas claras que delimiten su participación y se evite que un sector sea solo el beneficiado de un crecimiento económico.
Si López Obrador sigue instalado en la añoranza de la década de los 70, donde la inversión pública y privada en conjunto se convirtieron en el proceso de un desarrollo favorable para el país, que inició en los años cincuenta y culminó precisamente en la primera mitad de la década de los 70, y se le denominó el “milagro mexicano”. Debe ser entonces la base de una fortaleza económica de México.
Para propiciar la posibilidad de establecer empresas que apliquen la innovación tecnología para el desarrollo de generaciones de mexicanos con capacidad de competir con otras naciones en cuanto a la ciencia y tecnología, que sea el capital privado el complemento perfecto de inversión en el país para su desarbolo.
Esta alternativa puede ofrecer la experiencia vivida en aquellos años, pero repito bajo limitantes que evite la riqueza de pocos y la pobreza de muchos.
El papel del gobierno para el crecimiento económico debe ser únicamente estableciendo los objetivos a conseguir en el corto y mediano plazo, para que se prolongue a largo plazo de obtener resultados positivos en cada sexenio.
Es decir, la intervención de los recursos públicos deberán estar destinados a apuntalar el desarrollo con la aplicación de recursos privados para alcanzar esos objetivos y favorecer el bienestar social.
Hasta el momento este régimen, de la 4T, solo se ha apegado a establecer “programas sociales” solo como paliativos para sobrellevar la pobreza, pero no ha logrado aplicar estrategias de impulso a los sectores productivos y desarrollar el verdadero potencial de estos sectores a favor del bienestar social de todos los mexicanos.
El gobierno federal debe atender el sector primario para abastecer adecuadamente los alimentos para todos los mexicanos, que estos puedan trabajar y producir los suficientes productos que permitan su exportación y captar más recursos. También la atención de empresas para establecerse en nuestro territorio y aumentar el padrón de contribuyentes y recaudación para los recursos sean aplicados en servicios de salud, educativos, agua potable, transporte, conectividad y se mejore la calidad de vida de todos.
El problema es que nuestros legisladores, siguen pensando más en proyectos de partidos y personales y los anteponen a los intereses del país
Con un pequeño cambio que empiece a darse en los legisladores, para trabajar para la gente, se podría empezar a pensar en un crecimiento económico por encima del 3 por ciento, abastecimiento de alimentos suficientes, baja al índice inflacionario y mejor calidad de vida.