Italia acude hoy a las urnas para renovar el Parlamento, en unas elecciones anticipadas que pondrán fin a la etapa del tecnócrata Mario Draghi como primer ministro y que, si se cumplen los pronósticos de los sondeos, abrirán una nueva era dominada por los partidos conservadores, con la ultraderechista Giorgia Meloni al frente.
Meloni encabeza Hermanos de Italia, una formación surgida como escisión del centro-derecha de Silvio Berlusconi y que en apenas 10 años ha pasado de ser una anécdota nacionalista, ultraconservadora y antieuropea a posicionarse como favorita, con una intención de voto de más de 20 por ciento. La líder, que en su juventud describió al dictador Benito Mussolini como “un buen político”, es ahora el mayor exponente del descontento social que ha relegado a un segundo plano a los bloques que tradicionalmente dominaron la política italiana, gracias al cual también lograron importantes resultados en las elecciones previas el Movimiento 5 Estrellas (M5S) y la Liga.
Meloni, ha sumado nuevos adeptos tras matizar algunas líneas de su discurso –sigue siendo crítica con la Unión Europea (UE) pero ya no plantea la salida del euro–, aunque se mantiene fiel a sus mensajes en contra de la migración o a favor de la familia tradicional.
En materia fiscal, plantea una rebaja de impuestos, dentro de un debate más amplio en el que la derecha estudia imponer un tipo único para todos los niveles de renta –de 15 por ciento, según el líder de la Liga, Matteo Salvini, quien es el segundo gran protagonista de la alianza de derechas y aspira a entrar de nuevo en el gobierno. Salvini ejerció de ministro del Interior en una etapa anterior con el M5S, e hizo gala de su doctrina de “puertos cerrados” para los migrantes que intentaban alcanzar las costas italianas.
El tercero en discordia en esta alianza de derechas es Berlusconi, que al frente de Forza Italia se mantiene contra viento y marea en la primera línea política, aparentemente inmune a escándalos de años recientes, que van desde los delitos económicos hasta potenciales abusos sexuales en sus controvertidas fiestas.
Berlusconi, que ha representado a la derecha moderada en Italia, ha terminado fagocitado por dos formaciones radicales y, durante la campaña, se ha visto abocado a asumir que Meloni tendrá derecho a encabezar el próximo gobierno si, como parece, su partido es el más votado.
El bloque conservador, que aspira a la mayoría absoluta e incluso a una supermayoría, no se habría visto afectado en la campaña por la sombra de la guerra de Ucrania, que ha obligado a los tres partidos a tratar de dejar atrás su habitual empatía o incluso cercanía personal con el presidente ruso, Vladimir Putin, y su órbita.
El frente de izquierdas finalmente ha quedado desdibujado con Europa Verde, Izquierda Italiana y Compromiso Cívico –este último creado por Luigi di Maio–, y aunque aspira a superar 20 por ciento de los votos, podría no bastarle al ex primer ministro Enrico Letta del Partido Democrático para tener opciones de gobierno.
Por detrás se sitúan el M5S, liderado por el ex primer ministro Giuseppe Conte, y que ya dejó claro que iría por la libre, y una alianza ad hoc entre la Italia Viva de Matteo Renzi y la de Acción de Carlo Calenda, que a lo más que aspiran es a tener algo qué decir en unas hipotéticas negociaciones poselectorales.
Unos 50 millones de italianos están llamados a elegir a los ocupantes de 400 escaños de la Cámara de Diputados y 200 del Senado. En ambas cámaras habrá ahora menos legisladores, conforme a lo establecido en una reforma constitucional avalada en referéndum por la ciudadanía en septiembre de 2020. Los colegios permanecerán abiertos de 7 a 23 horas, aunque los resultados definitivos no verán la luz sino hasta el lunes.