Por Víctor Barrera
México nuevamente está en el umbral de permitir un cambio de régimen o continuar con uno que podría, en el mediano plazo, dejar al país en una situación económica más crítica ante la falta de crecimiento económico y la poca participación del gasto público para fortalecer los sectores productivos, más allá de los intereses que tiene este régimen para regresar los monopolios energéticos.
La historia nos recuerda que regresar a la época de un partido hegemónico con poca apertura democrática significa poco crecimiento económico; porque para obtener lo contrario se hace necesario abrir todos los sectores a la inversión privada que traerá consigo la innovación y modernización a favor de la mejor calidad de vida de la población.
Pero esto deberá ser bajo la aplicación de las leyes que impidan que el crecimiento económico mantenga una brecha social importante, es decir pocos ricos y muchos pobres.
Esto es permitir mayor apertura democrática para que fuera este mismo proceso el que facilite el flujo de recursos a favor de evitar trabas en la maquinaria económica. Pero esto, evidentemente, también tendría una férrea oposición de grupos políticos que hasta el momento se han visto beneficiados y no quieren perder esos beneficios.
Debo subrayar que una economía cerrada en un sector tan importante como el energético, que en estos momentos se encuentra en consultas de mediación para evitar llegar a controversias dolorosas para el país, está condenada a un lento avance lo que podría provocar un estancamiento económico en el mediano plazo ante la falta de energéticos que sea la piedra angular del desarrollo.
Si se continúa con esa cerrazón solo tendremos energía sucia, con fallas en su voltaje y distribución, factores que no son atractivos para las inversiones privadas.
El camino que se ha llevado en el sector energético en México no ha sido tan positivo como se pensaba, La acumulación de problemas de operación y financieros tanto en Pemex como en CFE no han permitido obtener resultados positivos para ambas empresas “productivas” del estado y se han convertido en un barril sin fondo que cuesta mucho para los mexicanos.
Si no se buscan soluciones que frene esta situación, por más que el gobierno aplique paliativos, tarde o temprano habrá una crisis de desabasto energético y de precios altos.
No está claro el futuro del abasto de energía, y más con las demandas de Canadá y Estados Unidos a México por presuntas violaciones al T-MEC.
El dilema está presente, o se cambia el rumbo del sector energético del país o la crisis se presentará tarde o temprano.