Por Víctor Barrera
Este gobierno sigue quedando a deber porque existe un problema que golpea a toda la economía, pero aún más fuerte al grupo de personas que este gobierno prometió trabajar para ellos, los pobres.
Hasta el momento el índice de inflación, es decir el precio promedio que se han elevado los productos, está en 8.65 por ciento, esto significa un duro golpe a los salarios de los trabajadores que cada día ven como sus ingresos no les alcanzan para la compra de los alimentos de la canasta básica.
El argumento que se esgrime para señalar por qué no se ha podido controlar el incremento de precios, es que sus factores principales son externos, la pandemia en 2019 y luego la guerra entre Ucrania y Rusia a principios de este año, que motivaron, el primero, una paralización de actividades productivas y con ello la falta de abasto de insumos importantes para la producción y el segundo la falta de abastecimiento de granos para la alimentación de los seres humanos y el incremento de precios del petróleo y sus derivados.
Sin embargo, estos factores pudieron ser menguados si esta administración federal en verdad hubiera atendido los sectores principales, es decir el primario, agropecuario y el secundario, el industrial, de tal forma que con la aplicación oportuna de un presupuesto importante para la siembra de más granos y producción agropecuaria. México no tendría la necesidad de seguir importando maíz y otros alimentos.
Tampoco se aplicaron recursos suficientes para mantener las cadenas productivas que impidieran el cierre de muchas medianas y pequeñas empresas que motivaron el crecimiento del sector informal y como consecuencia la menor recaudación fiscal.
Si a esto le agregamos que esta administración está obsesionada en terminar sus mega obras, aun cuando estas tengan un costo mayor al planeado y signifique destinar mayores recursos públicos sin la intervención de capital privado y con ello recortar presupuestos a sectores de mayor relevancia.
Esta administración de la Austeridad y el Ahorro, significo la del despilfarro y deterioro, se destinó mucho dinero a tratar de aliviar las finanzas de Pemex y CFE, y pese a ello, la primera sigue arrojando resultados con números rojos, mientras que la segunda, no ha logrado consolidarse como la empresa supervisora y administradora de la creación de energía eléctrica, porque se quiere que esta empresa sea la predominante, contario a lo que es el libre mercado.
La construcción de obras como el AIFA, el Tren Maya y la refinería Olmeca en Dos Bocas Tabasco, han absorbido la mayoría del presupuesto, más los recursos que se tenían en fondos y fideicomisos para el apoyo de grupos vulnerables y atender desastres naturales, amén de combatir la inseguridad pública.
En pocas palabras, en México no se han establecido verdaderas políticas públicas para crear riqueza y con ello poder apoyar a los diferentes grupos vulnerables del país, a través de empleos bien remunerados y salarios justos para no solo comprar alimentos, sino para también mejorar la calidad de vida.
Esta administración sigue quedando a deber y solo se justifica echando la culpa a las administraciones anteriores, cuando la responsabilidad de esta administración empezó en el momento de tomar protesta como titular del poder Ejecutivo.