Por Víctor Barrera
La lógica podría señalar que, para los comicios del 2024, la mayoría de la población votaría por el cambio de color del partido y por supuesto de la forma de gobernar en el país.
Esto porque los resultados que ha dado la actual administración federal han sido verdaderamente negativos y por ello México y los mexicanos merecemos un régimen que respete las leyes, que administre la riqueza del país para generar su crecimiento y que no busque pretextos para echar la culpa a los otros de sus malas decisiones.
Pero resulta que hasta ahora los tres regímenes que hemos tenido a nivel federal, PRI, PAN y Morena, han mostrado que el objetivo final de ellos fue el enriquecimiento de un pequeño grupo a costa de todos los mexicanos.
Ahora la indecisión de mucha gente podría no permitir el cambio, aun cuando la realidad nos muestra que esta administración no tiene idea de cómo gobernar y administrar los bienes y cayó en los mismos errores políticos que juro luchar contra ellos, corrupción, impunidad, mayor inseguridad y pobreza.
Se afirma que el triunfo de morena fue principalmente por el hartazgo de la gente de los muchos excesos y despropósitos en que incurrieron las administraciones pasadas, PRI y PAN, que también hubo empobrecimiento y pobreza, que llegaron a sumar 37 millones de mexicanos en estas condiciones, que había pocas oportunidades de ascenso profesional porque en el gobierno los puestos de mayor jerarquía eran para parientes, amigos compadres y demás allegados al poder, pero esto sigue igual, y solo observamos que la nueva clase política, muestra sus riquezas en bienes sin pudor ante un pueblo subyugado a la política de austeridad y ahorro.
Y ante el número elevado de promesas y juramentos de que no serían iguales, resultaron ser igual o peor a los anteriores, de tal forma que estas promesas quedaron en el archivo de los pendientes, porque los fifí, conservadores, traidores a la patria, “aspiracionistas”, han fraguado un boicot para impedir que el reformismo de Morena se cumpla.
Y para tratar de cumplir sus promesas, la actual administración federal, tuvo que echar mano de los recursos de fideicomisos y fondos, que tenían el objetivo principal de apoyar a la gente que por diversas circunstancias cayeran en desagria. Para convertirlos en proyectos que hasta ahora no han mostrado un beneficio real para la población.
Se busco que, a través de una reforma fiscal, donde los recursos fueran manejados des del poder central, dañando aún más a los estados y municipios, También se busca reformar la seguridad pública, militarizando, de jure porque de facto lo es, una Guardia Nacional que podría servir como dique en caso de un movimiento social, motivado por el descontento ante los resultados negativos.
Es por ello que, insisto, la lógica mostraría un cambio de régimen, pero la ambición del poder señala lo contrario y por lo tanto se ocuparan las herramientas que se tienen a la mano, para, a través de los viejos vicios, mantener el poder y repetir las mismas promesas de reivindicar a los pobres, de un crecimiento económico mayor al 6 por ciento, de un sistema de salud similar al de Dinamarca, de un país con felicidad y una política de abrazos y no balazos para mantener la paz.
Aún falta tiempo para los cómicos, pero es el suficiente para pensar bien que queremos para México y los mexicanos.