Al menos 200 niños han muerto en Somalia a causa de la desnutrición y las enfermedades provocadas por la creciente sequía en el país, que ha dejado más de siete millones de afectados y alrededor de 805 mil desplazados, alertó ayer la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
El organismo indicó en un informe que “los brotes de enfermedades han repuntado, con más de 5 mil 830 casos sospechosos de cólera en los 24 distritos afectados por la sequía desde enero”, antes de señalar que “ocho áreas hacen frente a un elevado riesgo de hambruna localizada”.
“El rápido aumento de las necesidades humanitarias requiere un incremento masivo de la ayuda internacional, mientras los socios pasan de una respuesta a la sequía a evitar la hambruna”, apuntó, tras recalcar que 213 mil personas se encuentran en “inseguridad alimentaria catastrófica”.
Al respecto, detalló que “los niveles del agua en los ríos Yuba y Shabelle han caído 30 por ciento por debajo de la media, lo que provoca grave escasez de agua para irrigación y otros usos”, mientras “la migración de pastores y ganado sigue en aumento y la gente compite por unos recursos limitados, lo que potencialmente podría elevar las tensiones sociales”.
Por otra parte, recordó que el plan de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para responder a la sequía requiere 993.3 millones de dólares para dar ayuda a cerca de 6.4 millones de personas, 3.9 millones de las cuales han recibido ayuda desde el mes de enero.
“La escala de la respuesta y la financiamiento (…) no es suficiente para mantener las vidas de los que están en riesgo”. El coordinador humanitario de Naciones Unidas para Somalia, Adam Abdelmoula, alertó a finales de junio de que más de 350 mil niños podrían morir a causa de la desnutrición antes de septiembre si la situación no mejora.
“La situación humanitaria en Somalia sigue deteriorándose rápidamente”, destacó. “Contemplamos que 356 mil de ellos podrían no sobrevivir de cara a finales de septiembre de este año. La desnutrición aguda va a aumentar a menos que incrementemos nuestro plan de respuesta de forma relevante”, explicó.
Al respecto, en los dos últimos meses, más de dos docenas de niños han muerto de hambre en un mismo hospital de la localidad somalí de Baidoa.
El doctor Yahye Abdi Garun ha visto cómo los escuálidos padres llegan cojeando desde zonas rurales afectadas por la peor sequía en décadas. Sin embargo, la ayuda humanitaria no llega.
El entonces primer ministro de Somalia, Mohamed Husein Roble, decretó el estado de emergencia en noviembre de 2021 y en marzo hizo un llamado a la entrega de ayuda internacional ante el empeoramiento de la sequía en el Cuerno de África, con Somalia como el país más afectado en la región.
Poco después de que Rusia invadió Ucrania, un donante que se preparaba para dar medio millón de dólares a un grupo somalí de ayuda dijo a su director general, Hussein Kulmiye, que en lugar de eso redirigiría el dinero para ayudar a los ucranios.
Y ahora, mientras los somalíes que huyen de la sequía llenan más de 500 campamentos en la ciudad de Baidoa, los trabajadores humanitarios toman “espantosas” decisiones para ayudar a un campamento e ignorar otros 10, explicó el secretario general del Consejo Noruego para los Refugiados, Jan Egeland, que dijo a Associated Press que se siente “enojado y avergonzado”.
La petición de su grupo para Ucrania recaudó todo lo que necesitaba en 48 horas, pero su solicitud para Somalia apenas ha reunido un cuarto del financiamiento, mientras perecen miles de personas.
La guerra en Ucrania ha desviado de forma repentina millones de dólares de otras crisis.
Somalia, que sufre escasez de comida debido principalmente a la guerra, podría ser la región más vulnerable. Ha recibido la mitad de financiamiento humanitario que el año pasado, mientras los donantes, en su mayoría occidentales, envían más de mil 700 millones de dólares para responder a la guerra en Europa.