Por Víctor Barrera
Más allá de solo celebrar el triunfo electoral del pasado 2018, debe empezarse a analizar si se han dado los resultados de cumplir con las promesas que se hicieron en campaña y que motivo a mucha gente a votar por el menos peor, con la esperanza de que se resolvieran problemáticas existentes en el país.
Debe entenderse que en política cuentan más los hechos y no las palabras, y hasta el momento solo hemos escuchado cada mañana palabras que son excusas para tratar de explicar la poca acción de este gobierno para erradicar esos males que aquejaban en aquel entonces en el país y que lamentablemente siguen presentes en estos tiempos.
López Obrador aseguraba que para gobernar no “se necesita mucha ciencia”, que sería fácil cambiar estos problemas por resultados positivos a favor, primero de los más pobres del país, pero hasta el momento no ha ocurrido tal cosa.
A un poco más de tres años de su administración federal, este gobierno no ha podido resolver los problemas y la percepción de que López Obrador no sabe gobernar sigue perneando en la más gente y por ello la popularidad del tabasqueño no repunta más allá del 57 por cierto.
López Obrador ha convertido la administración federal en trabajo de un solo hombre, y es él quien dicta las políticas públicas de cada cartera nacional, y los miembros de su gabinete solamente sirven para seguir las instrucciones sin opinar o agregar alguna idea que pueda hacer más fácil y efectiva esas políticas públicas.
Esto ha convertido a López Obrador solo en vendedor de sueños y no de realidades, recordemos que prometió acabar con la corrupción, terminar con los altos índices de violencia e inseguridad, regresar a los militares a sus cuarteles para no militarizar la vida nacional, Terminar con las desigualdades sociales y trabajar para los pobres, esto a través de a salir de los crecimientos “mediocres” del 2 por ciento que mantenía el país en los últimos años, para alcanzar 4 y hasta 6 por ciento.
Pero la realidad es otra, porque no ha cumplido con estas promesas, sino al contrario se han agravado estos problemas, la violencia predomina en una parte importante del país, y su política de “abrazos y no balazos” no ha dado resultado, ahora al señalar que es mejor que un grupo delictivo domine una parte territorial, da señales de que no realizara ya nada absolutamente y entregara partes del territorio nacional al crimen organizado.
Esto permite crear territorios independientes dentro del país, porque si un grupo criminal domina un espacio de territorio, este grupo es el encargado de cobrar la seguirán, el derecho de piso controlar todo lo que ahí se produce. Entonces dos facultades constitucionales, del Estado, ahora son ejercidos por estos grupos criminales.
Si vamos a cifras, estas muestran que en lo que va de la presente administración federal el número de homicidios dolosos se colocan por encima de los 125 mil, superando en tres años los números de las administraciones anteriores en 6 años. Esto ocurre también respecto a desapariciones forzadas y los feminicidios.
Respecto a temas como corrupción y transparencia, estos no han cambiado en nada. Sucede que la nueva clase política está llena de ricos, que tienen propiedades por todos lados y que “afortunadamente” todo eso es producto de herencias y donaciones que reciben los nuevos millonarios del país, principalmente los hijos de López Obrador y sus parientes, sino también, las personas del círculo cercano de López Obrador.
En cuanto al manejo de los recursos públicos, casi el 80 por ciento de las obras, que hace esta administración, son por adjudicaciones directas sin licitaciones como lo marca la ley, y escándalos que terminan difuminándose en tantas noticias y propaganda que no se conocen de aplicación de la ley a los que han caído por corruptos.
Algunos de los funcionarios públicos lo más que llegan tener como sanción es el cambio de dependencia, como si eso fuera la manera de encubrir la falta de aplicación y combate frontal a la corrupción.
El ejercito ya nos solo está en las calles, disfrazada de Guardia Nacional, sino ahora son los principales constructores de las mega obras y luego los administradores de las mismas, otros elementos que contribuyen con la opacidad del manejo de los recursos públicos.
A cuatro años del triunfo electoral, la falta de resultados es encubierta echando la culpa a todos aquellos que no piensan igual que López Obrador y cada día vemos que el tabasqueño descalifica a organizaciones políticas, sociales, gremiales, profesionales y ahora hasta religiosos para señalarlos como aquellos que están en contra del su proyecto y hacen todo para que no se consolide, ocasionando la división social que puede ser peligrosa para México.
Se le olvida a López Obrador que él tuvo todas las soluciones a las problemáticas del país y no ha hecho absolutamente nada para aplicarlas.