Por Víctor Barrera
Es indudable que va en aumento la inconformidad social, por la situación actual del país, y que es provocada principalmente por el crecimiento de la violencia e inseguridad, elementos que afectan de manera importante en la confianza de los inversionistas para poner sus capitales en México.
Los altos niveles de homicidios y de gente desparecida aunados los feminicidios muestran el grado violencia existente y explica por qué hemos dicho que este sexenio ha sido fatal para los mexicanos.
Cuando a López Obrador se le pide reconsiderar su política de “abrazos y no balazos”, la cual ha demostrado su ineficacia, la respuesta es que esta estrategia ataca “las causas” de estos niveles de violencia que son la pobreza, la marginación, y el desempleo.
El tabasqueño sabe que estos fenómenos son altamente rentables porque le permite señalar que su programas sociales son la salida a esos problemas, Sin embargo, los resultados de esta administración no van en sentido positivo sino al contrario, al inicio de la misma había un total de 34 millones de personas en los niveles de pobreza, ahora son 56 millones de pobres, 13 millones de ellos en pobreza extrema, esto de acuerdo a las cifras que ofrece Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Lo que le significa a López Obrador que sus programas sociales le garantizaran un incremento en la clientela política.
El llamado proyecto de la 4T entiende que pueden hablarse de las “causas”, y estas siempre deben provenir de la pobreza que dejaron las anteriores administraciones federales, haciendo a un lado su responsabilidad de crear riqueza y el ambiente favorable para que los inversionistas acerquen sus capitales a nuestro país.
Es evidente que bajo la óptica de López Obrador el país marcha de acuerdo al objetivo principal, mantener el poder y por ello utiliza la estrategia de austeridad y ahorro, para evitar aplicar mayor inversión pública para generar crecimiento económico.
Esto último cobijado con la promesa de acabar con la corrupción y quitar los recursos a las manos que durante muchos años desviaron los recursos en menoscabo de los mexicanos.
Esto ha provocado que el desarrollo del país vaya alentándose y que la inactividad de los sectores productivos provoque otros malestares en la sociedad, que necesita ingresos para comprar lo necesario para su subsistencia.
Así lo demuestran los más recientes datos del INEGI, donde se apunta que tan solo en el mes de mayo se perdieron 518 mil empleos formales los cuales se enlistaran, en el mejor de los casos, a la informalidad o buscaran obtener un empleo con un porcentaje de entre el 20 y 30 por ciento menos en las remuneraciones que percibían anteriormente, además de sumarse a los más de 4 millones 600 mil trabajadores que no perciben más allá de tres salarios mínimos, precarizando con ello a la clase trabajadora.
A todo esto, se le debe sumar el desmantelamiento que ha sufrido el sistema de salud, lo que implica que mucha gente ha dejado de tener atención médica y de hacerlo tiene que pagar servicios particulares y por los medicamentos. Pero también ha provocado que se disminuya la cantidad de recursos, que provenían de los salarios de los trabajadores, para provocar la falta de abastecimiento al sistema de salud que aún persiste.
Por supuesto que López Obrador y su gabinete no hablaran de esos otros problemas, porque es más efectivo señalar que combatiendo las “causas” se podrá obtener la paz social. El problema es que no ataca de manera real esas “causas” y solo las utiliza para crear una imagen de preocupación sobre la inseguridad y violencia que azota al país.