Por Víctor Barrera
El dialogo en una sociedad es lo más importante para poder encontrar soluciones a los problemas que se presentan y con ello lograr un desarrollo más rápido y apropiado.
Sin embargo, esto no es precisamente la política que utiliza este gobierno federal y algunos estatales y municipales, quienes aún piensan que ser gobierno significa ser propietarios no solo de los recursos económicos y naturales de lo que se gobierna, sino también de los pobladores.
El problema de la 4T es que siguen pensando que su proyecto debe empezar derrumbando todo lo existente para construir un nuevo modelo, pero no se dan cuenta que esto llevará, además de tiempo, muchos recursos económicos.
Piensan que atacar a las organizaciones de la sociedad civil, lo mismo feministas, que movimientos que protestan contra políticas públicas, contra la delincuencia, las desapariciones forzadas, los asesinatos y los feminicidios, para clasificarlos como neoliberales, fifí, traidores a la patria y hasta complotistas, solo abre la brecha de la división social e impide el dialogo para que todos, juntos, podamos encontrar soluciones a las problemáticas existentes en el país.
Ciertamente no hay propuestas de narrativas de la oposición lo que ha permitido a Morena actuar con cierta ventaja, además de tener al promotor más importante como titular del Ejecutivo, que dedica la mayor parte de su tiempo a acentuar la división social y no lo que le corresponde realizar en la función que la gente de México le concedió.
La oposición como actor principal en el área política, debe entender que su narrativa solo se cierra a dos opciones atacar a Morena o descalificar lo que se hace sin proponer alternativas al respecto, por lo que debe cambiar y buscar el mayor acercamiento con los grupos sociales.
Debe entender que las frases de combate a la corrupción, trabajar para los pobres, trasformar la justicia, sustentado con las becas y las ayudas para algunos grupos vulnerables son aspectos que consolidan el apoyo social y demeritan acciones como la casa gris, la supuesta venta del avión presidencial y los videos de sus familiares recibiendo recursos, por lo que solo atacar ello y no buscar el dialogo con la sociedad es simplemente no hacer nada.
Por eso, las oposiciones deben encontrar otra narrativa frente a los excesos del poder. La alianza opositora no es regresar al pasado, es combatir corrupción, narcotráfico, homicidios dolosos y feminicidios. Es recuperar un sistema nacional de salud y de educación. Pero, sobre todo, hacer entender a los abstencionistas que su voto cuenta para formar un nuevo gobierno de coalición.
La coalición obliga a trabajar de la mano con la sociedad y requiere una participación social activa que ayuden a elaborar políticas públicas sobre sus causas.
Esto podría convertirse en mejores tomas de decisiones para aprovechar de mejor manera los recursos públicos que orienten al país hacia nuevos caminos para avanzar a nuevas formas de parlamentarismo y desterrar las prácticas de un Ejecutivo desbordado que destruye instituciones y doblega a los poderes.
Pero para llegar a ello se hace necesario también tener un candidato que sea de unidad, que tenga un perfil fuera de todo lo malo de la política, con un programa claro e incluyente para tomar las decisiones a partir de escuchar todas las voces. Pero sin permitir que una de ellas este encima de todas.
Se dice que falta mucho tiempo para los comicios federales del 2024, es momento de empezar a realizar el cambio, evitar mantener a los políticos de siempre y dar paso a la sociedad, algo difícil pero no imposible para los partidos políticos y la sociedad.