Por Víctor Barrera
El México de hoy no es igual al de hace cuatro años, porque los resultados son totalmente negativos y más para las personas que menos tienen, grupo al cual dedicaría su trabajo Andrés Manuel López Obrador.
Durante su campaña política hablo de sacar adelante a los más pobres y revertir todas las políticas neoliberales que habían hecho de México un desastre económico con crecimientos mediocres del 2 por ciento, con altos niveles de desempleo, con pobreza y todo esto aderezado con un enfrentamiento abierto al crimen organizado, incrementando con ello la inseguridad, por lo que tuvo que salir el Ejército a las calles para tratar de apaciguar las cosas.
Hoy en día y a 3 años y medio de esta administración federal, de López Obrador, los resultados siguen siendo negativos; la economía mexicana cayó en una crisis que dejo en 2020 una caída de 8.5 por ciento en términos reales, algo que no se ha podido remontar y será hasta el próximo sexenio cuando logremos nuevamente crecimientos mediocres del 2 por ciento.
El 57 por ciento de la población se encuentra en pobreza y el 13 por ciento en la pobreza extrema, no hay empleos formales, y más del 60 por ciento de los empleos existentes se ubican en el llamado comercio informal, esto implica que una gran parte de los mexicanos han dejado de pagar impuestos y por ello el resultado reciente de los ingresos coloca al Impuesto Sobre la Renta (ISR), con una caída real del 30 por ciento comparado al 2018, además el Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios (IEPS) también ha caído debido a que no se cobra en las gasolinas y diésel sino al contario se subsidia, lo que arroja números rojos en las arcas de Hacienda, que podrían sumas al final del año más de 200 mil millones de pesos.
Esta caída en ingresos se traduce en menores recursos para aplicar en los sectores productivos, por lo que no habrá dinero suficiente para el campo que permita a México sea autosuficiente en alimentos, seguiremos importando maíz, arroz, fríjol, harinas, aceite a precios altos.
El sector industrial, no tendrá tampoco apoyos financieros para su fortalecimiento, lo que implicara que los empresarios tendrán que “rascarse con sus propias uñas”, y el de Turismo, servicios y comercio, solo seguirá esperanzados a que entren extranjeros al país, los días de asueto y los puentes grandes para poder recuperarse.
Todo esto, porque la política de esta administración es mantener las finanzas públicas sanas y evitar que se mueva un décimo porcentual el déficit, medida totalmente tecnócrata, algo que odia López Obrador, pero lo aplica.
Esto implica que no se gastará más allá de lo necesario en el presupuesto ordinario, pero si se buscaran mayores recursos para seguir otorgando programas sociales, y electorales, a la gente, que sigue pensando que el cambio llegara algún día, que nadie será corrupto y que lo que pasa en la familia cercan a López Obrador, hijos, hermanos, sobrinas, tías, y personajes de su gabinete solo es reflejo que la corrupción solo se quedó en este círculo y no en toda la burocracia. Los programas asistencialistas siguen ganado votos y creando seres humanos dependientes de las dádivas gubernamentales, se hizo real la frase “que te mantenga el gobierno».
Andrés Manuel López Obrador conoce todo esto y por ello, su actuar tecnócrata, aderezado con populismo, donde el nacionalismo mal entendido, la división social y otras linduras son la base de una creciente confianza de la gente, que repito, esta con la esperanza que algún día llegará el cambio y lo esperarán aun cuando tengan que pasar 30 años bajo gobiernos de Morena.
Recientemente López Obrador manifestó que el neoliberalismo no es del todo malo y por ello aplica algunas medidas para mantener el poder a cambio de pobreza, hambre, desempleo e inseguridad.