Durante todo el combate Saúl “Canelo” Álvarez, se mostró molesto por que no logro descifrar la forma en la cual podría vencer a su oponente el ruso Dimitri Bivol, quien conserva el cinturón de la AMB.
En el boxeo, es inevitable, que se pierda y en esta ocasión le toco al mexicano que sufrió la segunda derrota de su carrera.
“En el boxeo se gana y se pierde”, dijo Canelo al final del combate; “siento que hice lo suficiente para ganar, pero perdí y hay que aceptarlo. No creo que haya sido por la diferencia del peso. Pero esto no se queda así”.
En tanto, Dimitri Bivol que lucia intacto, como si no hubiera peleado esa misma noche, mostró su respoeto al Canelo, pero tambien señalo los erores del mexicano.
“Soy el mejor y mantengo mis cinturones –dijo el ruso– respeto al Canelo, pero creo en mí mismo, si no crees en ti, ¿quién va a hacerlo? Sentí la pegada de Saúl, tiene velocidad y poder, pero ese fue su error: tirar sólo golpes de poder. Ha sido una gran noche en la que disfruté todo, incluso los abucheos, todo eso me dio energía”.
Canelo Álvarez intento repetir su estrategia utilizada en sus combate, sin embargo el rival inusitadamente se mostró más inteligente y no se lo permitió.
Aun cuando presento seis centímetros menos de estatura que el peleador pelirrojo, dijo que no le afectaría porque está acostumbrado a lidiar con hombres más grandes. La desventaja la compensaría con la velocidad y una musculatura que cuando golpea hace daño. Pero las cosas no salieron como pensaba. Bivol recibía golpes como si se los lanzara un joven aprendiz.
Dmitri Bivol subió al cuadrilátero envuelto con el estigma de su nacionalidad. Sin la bandera de su país ni su himno; en cambio, fue recibido con un sonoro abucheo de los asistentes.
Desde el inicio del combate, Bivol arremetío con un jab para mantener a distancia a ese bloque muscular que era el Canelo, la respuesta por parte del pelirrojo fue su combinación clásica de dos golpes. Pero estos parecían carecer de la dinamita y poco daño hacía en el ruso Bivol.
El ruso empezó a soltarse conforme avanzaron los episodios. Las manos más ágiles contra el tapatío, pero éste se quitaba los golpes con la habilidad de un prestidigitador, guantes y brazos para quitarse las manos enemigas, la cintura para volverse inalcanzable. Hay algo de síncopa en el ritmo del Canelo, movimientos cortados que no son blanco fácil para el adversario. Esquivar, para el mexicano, es un arte mayor.
Cuando Canelo se quedaba estático, analizaba el cuerpo del rival. Acechaba. Y si no podía lastimar el rostro, atacaba abajo. La vieja máxima del boxeo: castigar al cuerpo y la cabeza caerá sola. Pero con Bivol, aquella frase perdía sentido.
Sin duda, Bivol estudió al tapatío y sabía cómo enfrentarlo. No sólo la razón por la que ha defendido con éxito su cinturón en ocho ocasiones, sino porque además aguantaba los golpes sin chistar. Como si fueran un remedo y no los potentes puños que tiene el mexicano.
Eddy Reynoso intentaba corregir al Canelo. “No abuses de las cuerdas. Sube las manos”, le ordenaba.
Dmitry demostró una inteligencia inesperada. El boxeo en retroceso, caminar hacia atrás y contragolpear. Y el rostro del Canelo acusaba el castigo, sus golpes se perdían en un combate donde no lograba dar en el blanco y cuando impactaban no hacían daño. La pelea se le iba de las manos. Al final, Canelo se extravió en la ambición de su aventura.