En el este de Ucrania las fuerzas rusas, superiores en número y mejor armadas, han pasado de la estrategia de la apisonadora a la de un paciente avance, al que las fuerzas de Kiev difícilmente pueden resistir en las actuales condiciones.
«No es como en 2014, no hay un frente definido a lo largo de un eje», explica Iryna Rybakova, la oficial de prensa de la 93ª brigada de las fuerzas ucranias, en alusión a la guerra con los separatistas prorrusos de la región del Donbás (este) hace ocho años.
El ejército ruso creó múltiples “micro frentes”, dispensando y agotando a las fuerzas ucranias.
«Hay un poblado de ellos, un poblado nuestro. Hay que verlo como un tablero de ajedrez», dice la militar, que reconoce, más de dos meses después del inicio del conflicto, que Ucrania «no tiene de momento la capacidad de hacer retroceder al enemigo».
Una victoria rápida de Rusia parece descartada, según los analistas, que atribuyen al presidente ruso, Vladimir Putin, el deseo de mostrarse triunfante en las ceremonias nacionales del 9 de mayo, cuando Rusia conmemora la victoria sobre los nazis.
Las tropas rusas han tomado el puerto de Mariupol, permitiéndoles abrir un corredor terrestre hasta Jersón, más al oeste, única capital regional conquistada desde el inicio de la ofensiva, el 24 de febrero. Pero el Donbás -la cuenca minera que engloba las regiones de Donetsk y Lugansk que Rusia dice querer «liberar» del poder en Kiev- está lejos de haber caído.
«Aunque hay un cierto avance de las tropas rusas en el terreno, no es muy rápido» indica a la AFP el analista militar ruso Alexandre Jramchijin.