Por Víctor Barrera
La resolución, por unanimidad, que se tomó en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), a favor del amparo liso y llano para las señoras Laura Morán y Alejandra Cuevas y con ello la cancelación de una orden de aprehensión y su liberación inmediata, deja ver una vez más que la justicia en el país sigue siendo rehén del poder.
Dejó en claro la forma en la cual dos fiscalías, la federal y la de la Ciudad de México, con el respaldo del Tribunal Superior de Justicia de la capital federal, violaron la Constitución, manipularon la ley, inventaron acusaciones, ignoraron pruebas de las acusadas de homicidio por comisión, incurrieron en misoginia y violaron derechos humanos. Esto es, que los garantes de la procuración y administración de justicia son manejados en ocasiones bajo la orden de un ser o grupo de poder.
La orden de aprehensión en contra de Laura Morán, de 96 años, y el encarcelamiento de Cuevas fueron, a todas luces, un abuso de poder, donde se confabularon el fiscal general de la República, la fiscal general de Justicia de la Ciudad de México, una jueza del fuero común y un juez federal en funciones de magistrado.
Recordemos que Alejandro Gertz Manero, convencido de que la pareja de su hermano Federico, la señora Morán, no otorgó los cuidados necesarios en su condición convaleciente, la acusó, de homicidio, cuando el hermano falleció. También inculpó a la hija de Morán, Alejandra Cuevas. Estas acusaciones no tuvieron éxito en esa ocasión, y fue hasta que, Gertz Manero, se convirtió en fiscal de la República cuando el asunto empezó a caminar.
Para esta ocasión aparece la figura de la fiscal de la Ciudad de México, Ernestina Godoy, quien reabre el caso y presenta los cargos en contra de Morán y Cuevas.
El resultado fue que a Laura Morán le dictaron orden de aprehensión y a Alejandra Cuevas la encarcelan. Luego vinieron los jueces. En el caso de Cuevas, la jueza 67 penal de la CDMX, Marcela Ángeles Arrieta, le dictó auto de formal prisión, que luego confirmó el juez en funciones de magistrado, Octavio Ceballos Orozco.
En noviembre, tres magistrados estaban por pronunciar el veredicto sobre Cuevas. Se comenta que este veredicto era la libertad de Cuevas. Pero para evitar esto SCJN atrajo el asunto a petición del fiscal Gertz.
La Suprema Corte tardó cuatro meses para desahogar el asunto y la señora Alejandra Cuevas tuvo que vivirlos en la cárcel.
Así la justicia en México, se movió más por las influencias del poder. Un fiscal federal movido más por la venganza y apoyado por otra fiscal, la de la CDMX, que lo complace. Y dos jueces que dejan pasar el asunto sin fijarse en el abuso de poder.
La SCJN sí hizo su trabajo, repito en un tiempo de cuatro meses, principalmente porque se hizo con los tiempos del a Corte y no de la gente, según lo explico en alguna ocasión el ministro presidente, Arturo Zaldívar, a los hijos de Alejandra Cuevas, quienes imploraron por una justicia pronta.
Se hizo justicia y se demostró la trasgresión a las leyes realizadas desde el poder. Se reparó el daño, pero el fondo no se tocó. La mayoría de los ministros evitaron hacerlo y no dio vista a autoridades capitalinas para que las transgresiones tuvieran un costo legal para los abusadores. La Corte tenía esa facultad, pero les perdonó sus excesos.