Por Víctor Barrera
Andrés Manuel López Obrador ha abierto tantos frentes con el objetivo de desviar lo importante en discusiones que no van a llegar a una conclusión que puedan atender las necesidades de todos los mexicanos.
Ha creado un clima de confrontación que no se puede frenar, pero si distrae la mirada en lo más importante que es tener un país con crecimiento económico, que permita a la gente tener un empleo para desarrollarse profesionalmente y que sus ingresos le permitan mejorar su calidad de vida. Además, que los servicios que está obligado a ofrecer el Estado sean de calidad, es decir, que haya hospitales con personal suficiente, tecnología adecuada y no falten los medicamentos, que las escuelas tengan todos los servicios necesarios y que la tecnología sea el complemento adecuado para desarrollar gente con grandes capacidades.
Además, que los servicios como agua, luz y combustibles sean con precios adecuados y que el gobierno deje de subsidiarlos, para que el recurso que ocupa para ello permita seguir desarrollando la infraestructura que convierta a nuestro país en una verdadera potencia económica mundial.
Lamentablemente las discusiones, que deberían estar centradas en estos temas, son nulas, y el tema que va creciendo es la división social que mantiene López Obrador al calificar a aquellos que no coinciden con sus proyecto o ideología como “traidores a la patria” y los que están de acuerdo en ello y lo siguen con una “lealtad ciega” son el pueblo bueno y sabio.
En esto se equivoca López Obrador, porque la traición a la patria esta estipulada en la Constitución Política que nos rige y no se mide por estar a favor o en contra de un proyecto de gobierno, porque este es pasajero y dura seis años.
El disentir y ofrecer una opinión o una crítica, es lo que hace al país verdaderamente plural, y el querer instalar solo una opinión es autoritarismo. Y esto resulta muy peligroso para una sociedad que desde hace años ha buscado ir mejorando su paz social, con opiniones diversas, pero sin atropello a cada una de ellas.
López Obrador no ha entendido que ya no es oposición, que su labor, y para eso lo eligió la mayoría de los mexicanos, es unir a la gente para que las mejoras sociales, sigan adelante y que todos gocemos de lo que, afortunadamente, tenemos y obtenemos del país.
El futuro inmediato es hacer que nuestro país camine hacia adelante y no retroceda a espacios que ya vivimos y que no salimos bien librados.
México requiere de un presidente estadista que analice los problemas y que los resuelva a favor de todos y no solo se beneficie a un grupo de personas.
López Obrador debe ver los escenarios y medir sus pro y contra para seguir un rumbo hacia delante, porque la división a nadie le sirve, y esta evita el avanzar.