Por Víctor Barrera
La Junta de Gobierno del Banco de México, que preside Victoria Rodríguez Ceja, ya realizo su labor y aprobó, por mayoría de 4 votos, un incremento en tasa de interés de 50 puntos base, para ubicarla en 6 por ciento anual, ante las presiones inflacionarias.
Con esto también se despejó la duda de si habría o no un cambio en la postura monetaria de la Junta de Gobierno con la llegada de Rodríguez Ceja, la cual no ha cambiado lo que debe dar certidumbre y confianza a los inversionistas.
El Banco de México expuso que la inflación global se mantiene al alza presionada por cuellos de botella en la producción, recomposición del gasto hacia mercancías elevados precios de alimentos y energéticos, y estas presiones han sido de mayor magnitud y duración a lo que se anticipaba.
Así se demostró con el resultado del mes de enero, que aun cuando bajo el nivel, la inflación se ubicó en 7.07 por ciento, lo que ha motivado un cambio en la expectativa para este año colocando el nivel anual en 4 por ciento.
Ahora hace falta que el Poder Ejecutivo, a través de su gabinete económico, proponga la política económica que detone el crecimiento del Producto Interno Bruto que nos lleve a la verdadera recuperación del país.
Debe entenderse que el crecimiento de cualquier economía depende del aumento de la cantidad y de la calidad de los factores productivos, además de la eficiencia con la que se combinen con la tecnología que se utilice.
Entonces esta política económica debe tener los objetivos de elevar en forma significativa, y por supuesto permanente, el crecimiento económico, acrecentar la disponibilidad de capital para la inversión y ofrecer más empleos para dar al trabajador una mejor calidad de vida, laboral y personal.
En México, de 2010 a 2018 el crecimiento de la economía promedió 2.7 por ciento y en la actual Administración promedia una caída de 1.2 por ciento.
Por ello es que esta administración deberá entender que se debe cambiar el rumbo económico que se ha seguido hasta este momento para poder obtener resultados positivos que nos lleven al final de este sexenio con promedio de crecimiento, al menos como los teníamos hasta el 2018.
México tiene el potencial en recursos naturales y humanos para realizarlo, pero es necesario que la aplicación de recursos públicos y privados detonen este crecimiento, con reglas claras y de certidumbre, de lo contrario solo seguiremos dando vueltas al asunto y terminaremos envueltos en una política populista que se ha encaminado más en resaltar la figura de una sola persona y a destruir lo que hasta ahora nos mantenía como un país con desarrollo económico.