Por Víctor Barrera
Hace algunos años, se creó la frase “Andrés Manuel López Obrador un peligro para México” y esto motivo que precisamente el tabasqueño perdiera los comicios electorales, porque además de la frase se mostraba el daño que ya había hecho el tabasqueño con sus acciones que provocaban el desaliento de las inversiones en el país.
Esto provocó que López Obrador cambiaria su narrativa, de una polémica e incendiaria a una que buscara ofrecer a la gente lo que esperaba, es decir combatir el despilfarro que las administraciones federales hacían de los recursos públicos, creando fastuosas obras y que no concluían en los plazos determinados incrementando su costo, la corrupción que albergaba la alta burocracia, que los convertía en millonarios, mientras que la mayoría de la gente apenas tenía un salario modesto.
Esta narrativa lo llevo a colocarlo como la solución para salir de los problemas de México, y fue en el 2018 cuando la gente cansada de la corrupción, la inseguridad y una pobreza que iba creciendo, lo llevo a ganar los comicios federales y asumir la titularidad del Poder Ejecutivo del país.
Mucha gente pensó que México tendría los crecimientos ofrecidos del 6 por ciento anual prometidos por el tabasqueño, que habría empleos con salarios superiores para mejorar su calidad de vida, que la pobreza se disminuiría y que sería el país maravilloso donde ningún mexicano saldría de su lugar de residencia para buscar oportunidades de trabajo y desarrollo personal o profesional.
Nada de esto ha ocurrido si no todo lo contrario, no ha existido crecimiento real de la economía nacional, la pobreza sigue incrementándose y no hay empleos suficientes para retener al os mexicanos en sus lugares de origen y estos tienen que emigrar a otros países.
Y pese a ello no se vislumbra, en el corto plazo, la aplicación de políticas públicas que puedan siquiera detener este camino que ha tomado el país.
Cada día existe una declaración de López Obrador, dentro de sus conferencias matutinas, que motivan el nerviosismo entre los inversionistas y la reacción hasta el momento es sacar sus capitales del país.
La más reciente declaración es la que hizo el día de ayer al proponer “poner en pausa las relaciones con España” pues aseguró que estas no son buenas y que se ha llegado al grado de existir un “contubernio, una promiscuidad económica y política de los gobiernos de México y España en tres sexenios seguidos y México se llevaba la peor parte porque nos saqueaban”.
Desde luego que el gobierno español reacciono de inmediato y a través de su ministro de Asuntos Exteriores, Manuel Albares, demando una aclaración a México, y aun cuando se espera que esto no termine en una ruptura total de las relaciones entre ambas naciones, inyecto nerviosismo no solo a empresas españolas sino también de otras naciones que califican el proceder de López Obrador como algo que podría lastimar sus capitales, lo que motivaría el freno de inversiones actuales y futuras al país.
Deberemos recordar que México tiene una gran cantidad de tratados y Acuerdos comerciales, que nuestra economía basa su crecimiento en los mismos y que no se puede dejar de tener relaciones de este tipo por causa del humor con que amanece López Obrador.