Por Víctor Barrera
La próxima semana iniciará el segundo periodo de sesiones ordinarias del primer año de esta legislatura y con ello las decisiones que se tomen serán con más carácter político-electoral que de beneficio para el país y sus pobladores.
Entonces deberemos pensar que la tan pronunciada reforma eléctrica, pasará este periodo de sesiones ordinarias, sin pena ni gloria y será hasta después de los comicios del mes de junio, cuando se empiece a acelerar o detener el paso de la misma.
Y esto quedo claro en las declaraciones de Rubén Moreira Valdés, coordinador del grupo parlamentario del PRI en la cámara de diputados, al señalar que será después de junio cuando se lleve a votación la iniciativa enviada por el poder ejecutivo.
Por lo tanto, los coordinadores de Morena, en ambas cámaras, tendrán que poner toda su experiencia para negociar que esta reforma pase tal y como la envío López Obrador a cambio de algunos beneficios políticos principalmente para el PRI.
Y por supuesto estos beneficios es mantener dos gobernaturas en los próximos comicios, Hidalgo, donde competirá la esposa de Rubén Moreira, la también diputada federal y secretaria general del PRI, Carolina Viggiano y Oaxaca, que representa un baluarte para el PRI, la tierra de Benito Juárez, máximo héroe de López Obrador.
Pero también Morena deberá enfrentar las críticas dentro de su partido y que Ricardo Monreal ha subrayado en la más reciente semana.
El zacatecano, desde meses atrás, ha alertado sobre la sucesión adelantada que planea López Obrador, pero ahora ante la actuación de algunos de sus principales militantes, Morena empieza a radicalizarse.
Ricardo Monreal empezó criticando al gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, por la forma en la cual se acusó a uno de los más cercanos colaboradores de Monreal, José Manuel del Río Virgen.
Monreal no ha callado ante las medidas judiciales en Veracruz que ve como un ataque a su persona y a sus aspiraciones para ser candidato a la presidencia de la república.
Esto provocó una división entre los senadores de Morena, algo que no sirve si se quiere aprobar la reforma fiscal. Entonces la única salida para ello es encontrar un acuerdo político.
Si realmente López Obrador pretende dejar un legado, más allá de su testamento político, es necesario que Morena continué como un grupo unido para que trascienda más allá de un solo sexenio, que garantice la cohesión entre la militancia y sobre todo que tenga la fortaleza para que se consoliden los objetivos, de la 4T, si estos existen.