Rusia anunció ayer que ejecutará ejercicios navales a gran escala este mes, y afirmó que Occidente está urdiendo “provocaciones” en Ucrania, donde el Kremlin ha sido acusado de planear una acción militar.
Mientras, el presidente estadounidense, Joe Biden, reiteró que cualquier movimiento de tropas rusas a través de la frontera con Ucrania sería considerado una invasión y que Moscú “pagaría un precio muy alto” por esta acción.
Desde Berlín, el secretario estadounidense de Estado, Antony Bliken, aseveró que cualquier violación de Rusia a la soberanía de Ucrania “nos devolvería a una época peligrosa e inestable, cuando este continente estaba dividido en dos con la amenaza de una guerra total planeando sobre nuestras cabezas”.
En el contexto de la concentración de unos 100 mil soldados rusos cerca de la frontera con Ucrania y de masivos simulacros de guerra conjuntos con Bielorrusia, el ministerio ruso de Defensa comentó que también se realizarán maniobras en las que participará el grueso del potencial naval ruso.
“Los simulacros están destinados a practicar la acción de la Armada y la fuerza aérea para proteger los intereses nacionales rusos en los océanos del mundo y para contrarrestar las amenazas militares a la Federación Rusa”, afirmó el ministerio de Defensa, que añadió que los ejercicios comenzarán este mes y se prolongarán hasta febrero.
La dependencia indicó que varios buques de guerra rusos participan esta semana en maniobras conjuntas con China e Irán en el Golfo de Omán.
Biden ratificó su convicción de que Rusia invadirá Ucrania y advirtió a su par ruso, Vladimir Putin, que su país pagará un “precio alto” en vidas humanas y en el aislamiento del sistema bancario internacional si lo hace.
Moscú ha negado en repetidas ocasiones que planee lanzar una ofensiva, pero ha tratado de obtener una serie de garantías de seguridad de Occidente para que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) no incorpore a Ucrania y a otras naciones ex soviéticas, y frene su expansión hacia el este.
Las amenazas de Biden contra Rusia no contribuyen a la distensión en Europa, declaró el vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, quien indicó que el discurso del mandatario puede incitar a los ucranios a “comenzar una nueva guerra civil en su país e intentar resolver por la fuerza” el conflicto en Donbas. “Esto nos preocupa”, apuntó Peskov.
Donbas, en el este de Ucrania, está controlado por separatistas respaldados por Rusia que llevan casi ocho años luchando contra las fuerzas ucranias, conflicto que ha cobrado más de 14 mil vidas.
Washington y sus aliados rechazaron las demandas de Moscú en las conversaciones de seguridad la semana pasada, pero mantuvieron la puerta abierta a posibles conversaciones adicionales sobre control de armas y medidas de fomento de la confianza para reducir el potencial de hostilidades.
Blinken visitó Ucrania para reafirmar el respaldo occidental y se reunirá este viernes en Ginebra con el canciller ruso, Sergei Lavrov. Ayer, Blinken mantuvo conversaciones en la capital alemana con sus aliados europeos.
“Si fuerzas militares rusas cruzan la frontera de Ucrania y cometen nuevos actos de agresión, habrá una respuesta rápida, severa y unida de Estados Unidos y nuestros aliados”, advirtió Blinken.
Su par francés, Jean-Yves le Drian, presente en Berlín, advirtió a los rusos no intentar forjar un Yalta 2, nueva repartición de las esferas de influencia entre el Este y el Oeste, 77 años después de la conferencia que diseñó la Europa de la posguerra.
En Londres, el premier Boris Johnson calificó de “desastre para todo el mundo” una eventual invasión rusa a Ucrania.
La vocera del ministerio ruso del Exterior, Maria Zakharova, alegó que los reclamos de Kiev y Occidente sobre un inminente ataque de Moscú contra Ucrania son una “tapadera para lanzar provocaciones a gran escala, incluyendo las de carácter militar que pueden tener consecuencias trágicas para la seguridad regional y global”.
Estados Unidos impuso ayer sanciones a cuatro ucranios, incluidos dos diputados, a quienes acusa de trabajar con los servicios secretos rusos (FSB) y de “actividades desestabilizadoras” en Ucrania.
Los diputados ucranios Taras Kozak y Oleg Voloshin están acusados de haber recibido instrucciones del servicio federal de seguridad ruso FSB para “reclutar a ex altos funcionarios y a otros en funciones para prepararse con el objetivo de tomar el control del gobierno y controlar las infraestructuras del país con una fuerza rusa de ocupación”, informó el Tesoro estadounidense en un comunicado.