Por Víctor Barrera
Lamentablemente la economía mexicana muestra al final del 2021, nuevamente signos negativos, que pueden impactar el resultado de crecimiento económico esperado para este 2022 y que los analistas lo ubican entre el 2.8 y 3.5 por ciento.
Si tomamos en cuenta las estimaciones que el INEGI ofreció respecto a la actividad económica durante el mes de diciembre, nos muestra que la economía mexicana cayó 0.2 por ciento, si a esto le sumamos que desde el mes de octubre mostró nuevamente resultados negativos, en el último trimestre se estima que la caída total será de 0. 5 por ciento.
Esto nos dejará con un resultado de crecimiento entre 4.5 o 5 por ciento en el 2021. Resultado que nos mantiene aún por debajo de la caída de 8.5 por ciento del 2020, es decir, aún tenemos una caída de 4 por ciento de nuestra economía que significa mayor pobreza de la que teníamos al inicio de esta administración federal.
Esta podría acentuarse aún más debido a los altos niveles de inflación que se presentaron el año anterior, 7.36 por ciento, y que prevalecen al inicio de este mes de enero y posiblemente hasta febrero, por lo que los ingresos familiares para comprar la canasta básica alimentaria, en la mayoría de las familias mexicanas no alcanza, y esto las ubicara en un nivel de pobreza.
Cada mañana podrán mencionar que nuestra economía va bien, que estamos alcanzando niveles nunca antes vistos y que la gente se siente feliz, sin embargo, la realidad es distinta.
Es cierto que la deuda del país, no se ha incrementado como en las administraciones pasadas, pero esto solo ha mostrado que, ante la falta de inyección de recursos en los sectores productivos, el crecimiento económico no pasara de los “mediocres” dos por ciento.
Lo más preocupante para la administración federal entonces deberá ser como evitar el escenario de “estanflación” (inflación alta y estancamiento económico), que se percibe en los próximos meses y que golpea duramente a los sectores pobres del país.
Hasta el momento no se ha presentado una política económica basada en estrategias que permitan fortalecer los sectores productivos del país, lo que implica que seguiremos obteniendo niveles raquíticos de crecimiento y que al final de esta administración, el promedio será de 2 por ciento. Dejando en el olvido las promesas de crecimientos por encima del 6 por ciento. México requiere que la actividad económica se reactive y que esto se traduzca en una mejor calidad de vida para todos.
Es cierto que en términos de estabilidad económica la deuda total del país no ha variado de manera importante, pero esto es a costa de mayor pobreza, de nada sirve tener estas finanzas públicas sanas, si los pobladores carecemos de servicios públicos importantes como un sistema de salud de calidad y con abastecimiento de todos los medicamentos, si la creación de energía eléctrica se volverá insuficiente si el estado será el único proveedor de ella, o si los empresarios no encuentran los escenarios y estímulos suficientes para seguir invirtiendo en nuestro país.
Entonces es importante que se aplique esas estrategias económicas que eviten repetir escenarios como vividos en la década de los 80 del siglo anterior, donde los altos niveles de inflación eran constantes.